sábado, 4 de octubre de 2014

Una de motos y zapatos

Una de las propuestas iniciales para el nombre de este blog fue "Una historia en cada rincón", con la intención de capturar aquellas situaciones, encuentros, anécdotas, en definitiva aquellas pequeñas historias que diariamente surgen, como dice el título, en cualquier rincón de nuestra ciudad, y que dejan un rastro en aquel lugar.

La fotografia fue tomada en Olot en 2014

-Papá.

-Dime hijo.

-Te quería contar una cosa.

-¿Sí?

-Verás, ya sabes que desde siempre he querido tener una moto y ahora que ya tengo dieciséis años ya puedo llevar una.

-Ajá.

-Es que hay una que hace tiempo que me gusta... y bueno... con el dinero que tengo...

-Hijo -interrumpió su padre a la vez que se sentaba junto a él-, deja que te explique una historia real que te servirá para saber lo que tienes que hacer para conseguir esa moto o cualquier cosa que quieras en la vida.

-¡Ah! Vale -dijo su hijo sorprendido.

-Pues esto era una chica, joven, un poco mayor que tú, que se había emancipado y vivía sola en un piso de alquiler. Había encontrado un trabajo en el que no ganaba mucho pero que le permitía tirar para adelante. El caso es que un día la invitaron a una fiesta de gala en la que podría conocer mucha gente nueva, y alguna de ella bastante importante. Sabía que tenía que ir muy arreglada y para ello tenía previsto de llevar el mismo vestido que usó en la boda de su hermana, hacía un par de años. Sin embargo le faltaban unos zapatos que le fueran a juego. Un día, poco antes de la fiesta, fue a la zapatería y vio en el escaparate unos preciosos zapatos de tacón alto y de color dorado que pensó le quedarían de muerte con su vestido. Ella enseguida se enamoró de ellos y rápidamente entró en la tienda para probárselos. Y le quedaban de maravilla, parecía como si los hubieran hecho especialmente para ella. Al momento pensó que vestida con aquellos zapatos llamaría la atención de mucha gente. Entonces preguntó su precio y le dijeron que costaban 200 euros. Esa era una cantidad que no se podía permitir porque como te he dicho antes andaba siempre muy justa de dinero. La chica se llevó una gran desilusión y tuvo que asumir que no podría llevar esos zapatos en la fiesta. Aún así, por dentro, seguía imaginándose paseando con ellos entre la gente importante sintiéndose el centro de atención. Finalmente se probó otros de color negro que costaban 30 euros, que aunque tampoco eran feos sabía que con ellos pasaría más desapercibida. Se probó varias tallas hasta que encontró la que le iba mejor e informó a la dependienta que se los llevaría. Mientras la chica se calzaba de nuevo sus zapatos, la dependienta se llevó al mostrador todos los que se había estado probando, y entre los que se encontraban los maravillosos zapatos de color dorado. Cuando ésta le dio la bolsa con la caja de zapatos, la joven no se preocupó de mirar en su interior y después de pagar salió hacia su piso. Durante el camino siguió pensando en aquellos preciosos zapatos dorados y en lo que hubiera dado por haberlos podido comprar. Lo deseaba de todo corazón. Poco después llegó a su casa y dejó la bolsa en el armario junto al vestido, y se olvidó de ella. Los días siguientes aún pensaba a menudo en aquellos zapatos y una y otra vez se volvía a imaginar vistiéndolos con mucha elegancia. Entonces, cuando llegó el día de la fiesta, volvió al armario y sacó de allí su vestido y la bolsa con la caja de zapatos. ¿Y sabes qué? Ella no se había podido permitir aquellos zapatos, pero como lo había deseado tanto desde lo más profundo de su ser, cuando abrió la tapa de la caja, ¿sabes qué encontró?

-¿Que estaban allí los zapatos dorados? -respondió su hijo con emoción.

-Pues... no. Estaban los zapatos negros.

-¿...?

-Lo que viene a decir que los milagros pasan en los cuentos y que en la vida si quieres algo te lo tienes que ganar. Así que si quieres esa moto vete acabando el bocata y empieza a mover esos sacos de cemento que no se van a subir solos -le dijo dándole un golpe en la espalda.

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